Mantos Profanos
Mantos Profanos del artista y
académico chileno Rodrigo Torres Barriga nos muestra la intimidad de sus
memorias más profundas y nos invita a descubrir las historias que cada una de
sus obras nos cuentan a través del uso de diversas técnicas, procesos y medios.
Torres nos adentra con el lenguaje de la cotidianidad a nuevos mundos, la
utilización de diversos métodos para la creación de su producción artística,
nos habla del compromiso que tiene como creador y de esa búsqueda de trasladar
al lector de sus obras a mundos íntimos, sueños y temores que todos
compartimos.
Ese deseo inconsciente o quizá
consciente de querer morir de soñar con el pasado, de conjugar los mundos del
ayer y del hoy, para que sean guardados en el corazón y la memoria. Somos
únicos como son únicos nuestros sueños, como son únicos nuestros pensamientos
más íntimos.
Mantos profanos es un viaje que
te sumerge en el más allá (misterios de la vida), para estar como asistente
activo en el aquí y ahora, donde la nostalgia ahoga el alma y la inocencia nos
cuestiona nuestro papel en este mundo. Reminiscencias de lo remoto se conjugan
con las acciones del ahora para definir las nuevas realidades. Los universos
personales, esos universos que nos hacen fuertes invencibles y que de pronto
los vemos amenazados por la cotidianidad del entorno, por los diversos sucesos
de nuestra existencia. Desatando la furia que se muestra como una bestia y la
calma como la mirada llena de candidez de un infante. Los secretos de nuestra
más profunda esencia parecen ser custodiados por lineas que se intersectan las
líneas que marcan nuestra experiencia lejana y actual que parecieran crear una
nueva existencia, una que se añora y que quizá nunca fué. Son como las
historias que nos contamos antes de ir a la cama, esas historias que parecen
calmar nuestro mas profundos miedos y que justifican cada paso que damos dando
serenidad en el día a día, como la calma y protección que nos proporciona el
líquido amniótico que nos rodea dentro de nuestra madre. Ahí nos encontramos en
la primera etapa de nuestra existencia y en ella perduran nuestros recuerdos,
nuestra intimidad, nuestros mundos ocultos. Recurrimos a los elementos
simbólicos que buscamos con desesperación para apaciguar la furia de la
memoria, esa que tortura, que alimenta al ego y que nos puede llevar en un
desplazamiento a lo más profundo de la inconsciencia, como un coma, donde los
pensamientos, rencores, miedos y sueños parecen brotar y presentarnos las
añoranzas del pasado que emergen como manchas hemáticas que duelen como heridas
en el alma y que parecieran gritarnos que la estirpe es sagrada al interior y a
la vez profana al exterior.
La custodia de los recuerdos del
corazón de nuestros seres sagrados, seres que protegen lo más valioso de nuestras
existencia, el centro de nuestro universo personal, ese que está compuesto por
lo más preciado en la vida; la familia, la que alimenta la fertilidad del
componente creador, como elemento que lo cura todo, como hacedor de ofrendas
que nos hablan del respeto a los seres amados y que nos presentan nuestra
vulnerabilidad...la vulnerabilidad del ser humano.
Juan Francisco García Hernández
Académico de la Facultad de Artes
Visuales
Universidad Autónoma de
Nuevo León
Monterrey, México.
Sobre mi obra
Todo inicia el 11 de noviembre de 2009, día de la muerte de mi hija Camila.
Ella tenía 14 años y falleció en un trágico accidente, ahogada en el río de Valdivia. Me arrebató para siempre, lo que yo más amaba . Después de 2 años, el 2011, comencé
a realizar un proyecto de fotografía conceptual que tenía como objetivo
cuestionar el valor de la memoria a través de la fotografía. Entonces surge Memento Mori, un proyecto que básicamente consistía en retratar personas
tendidas sobre una mesa y que simulaban estar muertos cubiertos con fotografías
de su propia historia familiar. Este proyecto fue ganador en el FIFV, Festival
Internacional de Fotografía de Valparaíso el año 2014 y curiosamente este
proyecto hecho con rabia y dolor me permitió llegar a lugares lejanos como México, Suecia
y Francia. Memento Mori incluso fue
adquirido como colección completa por la Universidad Autónoma de Nuevo León en
Monterrey, México. En el año 2019 realicé una Residencia Artística en Suecia, en el Taller del artista chileno Juan Castillo, donde tuve la
posibilidad de dar un giro a lo que hasta el momento venía trabajando
creativamente en fotografía. Bajo su curatoría comencé a experimentar
desplazamientos disciplinares hacia el grabado y otras técnicas del Arte contemporáneo.
Básicamente Mantos Profanos,
este nuevo proyecto consistió en estampar mi cuerpo en telas de algodón con
tintes naturales a partir de distintas sustancias mezcladas con aceite, como
café, té, cúrcuma, tinte de betarraga y otros, incorporando en la obra imágenes de mi álbum familiar, las que fueron desgastadas, emborronadas como si el tiempo las
hubiera casi desvanecido de mi memoria. El resultado de esa Residencia
Artística fue la producción de veinte mantos, con la impronta de mi cuerpo en ellos.
Posteriormente y en el transcurso de un año fui complementando esta
experimentación con otro tipo de recursos como el fotomontaje, el collage y de
ahí surgieron las obras definitivas de la muestra Mantos Profanos, que fue presentada de manera virtual en medio de
la pandemia. (ver video de la presentación)
Concepto
Esta obra habla no solo de una historia personal, sino de la historia de
todos, de la historia colectiva que gira entorno a lo que somos en realidad, tan solo imágenes que se pondrán amarillas más allá de nuestra muerte y que finalmente nadie recordará. Improntas referenciales de una
época, de un momento social. Propongo la idea de la MUERTE DE LA MEMORIA.
Mi obra se basa en destruir la memoria y en reconstruirla a la
vez, pero también
habla de la muerte del cuerpo, de la pérdida, del sufrimiento, del duelo y la agonía, procesos que
no son de mí exclusividad, sino transversales a cada ser humano y que nos
hacen recordar a diario, lo vulnerable y efímeros que somos en el concierto de la existencia.